En cada barrio de esta ciudad, con el paso del tiempo, hay lugares que se vuelven emblemáticos. Hablar de Coyoacán es hablar del templo de San Juan Bautista, del kiosko del Jardín Hidalgo, de la Casa de Cortés, de la fuente de los coyotes, de sus arcos. De aquel Hijo del Cuervo que fundaran los escritores Alejandro Aura y Pablo Boullosa en 1987, volviéndose un importante centro cultural en el sur de la ciudad. De lugares que han dejado de existir como el café Parnaso.
Algunos otros sitios pertenecen a una memoria más íntima, de quienes habitan día a día en esas calles. La alberca Aurora, las extintas pulquerías como La Rosita o Las buenas amistades, las tiendas de abarrotes, fruterías y sastrerías, sus viejos cines.
Entre la memoria íntima del barrio y la memoria colectiva de esta ciudad se colocan los Helados Siberia, “los famosos de Coyoacán”. Quien ha visitado o vivido en el viejo Coyoacán, ha probado estas nieves que tienen más de 90 años de historia.
Si bien su fundación como hoy las conocemos se remonta a los años 30 del siglo pasado, el proyecto nace en 1921 cuando los primos Ponciano y Luciano Robles , originarios de Milpa Alta, llegan a Coyoacán. Ahí los primos montan un puesto de frutas frescas, en el cual poco después comienzan a vender nieves. Este primer puesto se ubicaba en el costado norte del templo de San Juan Bautista, luego se mudaría a la esquina norte del templo con la calle de Caballo Calco. Según José Luis Aguilar F. en su libro de memorias sobre el barrio, Coyoacán de mis recuerdos, durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, Ponciano entraría de lleno al conflicto cristero, lo que le costaría ir preso, quedando como único dueño de este naciente negocio Luciano.
Poco después se construiría sobre la acera poniente del Jardín Hidalgo el local en el cual las nieves tomaron el nombre de La Siberia. El local estaba decorado con fotos de los volcanes nevados, por lo que la gente comenzó a referirse a ella como La Siberia. Fue en 1933 que la nevería se instala definitivamente junto al Cine Centenario, sobre el Jardín Centenario, lugar en el que todavía se encuentra.
Con la remodelación que sufrió hace algunos años, el lugar perdió aquel encanto de otra época que aún conservaba, pero es indudable que sus nieves siguen teniendo la calidad de siempre y son un referente de Coyoacán. Visitar este lugar y no comer unos esquites o una nieve, es como no haberlo visitado.
fuente: vivaelsur.mx